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«Aquí yace el cuerpo de B. Franklin, Impresor. Como las tapas de un libro viejo, su contenido arrancado y despojado de sus títulos y adornos. Pero la obra no se perderá; pues como creyó él mismo, aparecerá de nuevo en una edición nueva y más elegante, corregida y mejorada por el Autor.»
Hace 300 años que nació Benjamín Franklin y su Autobiografía mantiene el vigor, la fina ironía y la capacidad de descubrimiento que la hicieron famosa en el Siglo XVIII y en años siguientes. Escrita con una soltura desconcertante y una agilidad rabiosa propias de la actualidad, este clásico de la literatura norteamericana fue escrito originalmente para William, su hijo. A él se dirige Franklin para exponerle de una manera clara y pedagógica los momentos reveladores de su vida y para que su memoria quede expuesta al escaparate de los siglos. Franklin fue un hombre generoso y concienzudo que se empleó en múltiples tareas y variopintas disciplinas, y de todas ellas extrajo una soberana lección. Podemos recordar ese epitafio escrito líneas arriba: «Aquí yace el cuerpo de B. Franklin...», y con él descubrir que ésta puede ser una edición de verdad nueva, elegante, corregida y mejorada por el hombre que "quitó el rayo a los cielos y el cetro a los reyes".
"Poco antes de morir, anciano y recluído en la reserva de Fort Sill, Oklahoma, lejos de su Arizona natal, sabe que el Gobierno norteamericano no tiene la menor intención de cumplir sus promesas y que su mundo está condenado a desaparecer. Gerónimo accede a dictar sus memorias al inspector escolar S. M. Barrett. Se sabe el último eslabón de una estirpe de hombres libres, el otrora poderoso Pueblo del Águila. Quiere dar al mundo su propia versión, íntima y apasionada, de lo que significó, y a la postre costó, ser Apache. Esta relación fue, en realidad, su última Danza Guerrera: palabras como flechas para encarar las mentiras que el hombre blanco había decidido instaurar en la historia oficial a modo de cabelleras, así como para sustraerse de esos otros terribles avatares del olvido, esas otras mordazas que son el museo y la leyenda. Cien años después de su muerte, sus palabras sencillas y cargadas de esperanza continúan vibrando en nuestros oídos con un tam tam de anhelo y plenitud. Su voz es la misma que hoy resuena en la de todos aquellos que, en un mundo cada vez más homogéneo y complaciente, siguen abogando por la autodeterminación, la lucha y la resistencia.... "